¿Alguna vez has tenido un sueño, un deseo tan fuerte que te impulsara a actuar, pero te encontraste bloqueado por la duda de si serías capaz? ¿Te has preguntado si detrás de tus mayores dificultades podría esconderse algo maravilloso?
Yo lo he hecho. Y esa pregunta cambió mi vida por completo.

Creía que no era buena comunicadora. Hablar en público era un reto: necesitaba tiempo para ordenar mis ideas, y a menudo los bloqueos mentales me dejaban en blanco. Esto me impedía defender mis ideas, expresar opiniones con claridad o incluso contar un simple episodio de mi vida. A todo esto se sumaba mi timidez, lo que hacía la situación aún más complicada.
Y, sin embargo, dentro de mí había una necesidad urgente de comunicar, de dar voz a lo que sentía. Era un impulso demasiado fuerte para ignorarlo.
Fue entonces cuando descubrí la escritura.

Escribir fue para mí una revelación, como aprender un idioma que por fin me permitía expresarme. En el papel, las palabras fluían espontáneamente, casi sin esfuerzo. A veces me sorprendía de lo que escribía: al releer, no podía creer que esas frases fueran mías. Pero al intentar decir lo mismo en voz alta, volvía a sentirme bloqueada.

¿Cuántas veces has sentido el deseo de hacer algo pero has renunciado porque creías que no eras capaz? ¿Cuántas veces has visto a otros lograr lo que para ti parecía imposible y te has sentido derrotado? Y, sobre todo, ¿qué hiciste después? ¿Te rendiste o lo intentaste de nuevo?

Durante años pensé que la vida nos daba talentos predeterminados para identificar y cultivar, y que lo mejor era enfocarnos en lo que ya hacíamos bien y aceptar nuestras debilidades como límites insuperables. Pero estaba equivocada.

La vida me enseñó una gran lección: donde enfrentamos nuestras mayores dificultades, donde sentimos nuestro mayor dolor, podría esconderse una oportunidad única.

El descubrimiento de Quirón

Estudiando astrología, encontré el concepto de Quirón, el "sanador herido". En la carta natal, Quirón representa nuestro punto de mayor vulnerabilidad, esa parte de nosotros que nos hace sentir incapaces. Pensaba que era una condena, como si dijera: "Acepta este límite, nunca lo superarás".

Por ejemplo, yo tengo a Quirón en el área de la comunicación. Siempre he tenido dificultades para expresarme y hacerme entender. Sin embargo, al profundizar en el estudio, leí una frase que cambió mi percepción:

Donde hay un gran dolor, también está tu mayor don. Ese talento que, si aprendes a desarrollarlo, te hará volar.

Esto me abrió los ojos. No tenía que ser como esas personas que admiraba, que hablaban con naturalidad. Solo necesitaba encontrar mi manera de comunicar. Y esa manera era la escritura.

A través de la escritura y las imágenes, me siento libre, capaz, incluso brillante.
Si aún tenía dudas, la vida me ofreció otro ejemplo que me ayudó a aclarar las ideas: mi hija.

La lección de vida de mi hija

Siempre he amado el deporte. Desde pequeña practicaba baloncesto, voleibol, patinaje y danza, y esperaba que mi hija compartiera esta pasión. Sin embargo, pronto me di cuenta de que tenía dificultades en las disciplinas motoras. La inscribí en gimnasia rítmica, danza y patinaje, siguiendo sus preferencias, pero siempre parecía ir un paso atrás respecto a los demás.

Cuando jugábamos voleibol en la playa, no lograba coger ni una sola pelota. Me convencí de que no estaba hecha para el deporte y que desarrollaría otras habilidades.
Pero, casi por casualidad, se inscribió en un curso de voleibol cerca de casa. Y se enamoró de él.

Un día fui a verla jugar y... ¡Milagro! Había mejorado muchísimo. Claro, aún le quedaba mucho por aprender, pero los progresos eran evidentes.
En un momento decidió intentar entrar en un club de voleibol, pero para lograrlo debía pasar una prueba de selección. Eso me preocupaba. A pesar de sus grandes avances, aún veía muchas lagunas y temía que se desilusionara si no lo conseguía.
Así que decidí entrenarla personalmente durante el verano previo a la prueba.

Verla esforzarse con tanta determinación y disciplina cambió mi perspectiva. Me enseñó que, con el esfuerzo adecuado, incluso lo que parece imposible puede hacerse realidad.
Al final, entró en el club. El camino era largo, pero había demostrado que con pasión y dedicación todo es posible.

El poder de la voluntad

Esta experiencia me enseñó que no podemos detenernos ante las dificultades. Antes pensaba: “Si algo no es para ti, nunca lo será”. Hoy creo: “Con esfuerzo y voluntad, puedes superar cualquier expectativa”.

Recuerdo una película en la que Meryl Streep interpreta a Florence Foster Jenkins, una mujer que, aunque no tenía talento para el canto, persiguió con determinación su sueño de ser cantante de ópera, ¡y lo consiguió! Sí, podrías pensar: “Pero ella era rica, tenía recursos”. Sin embargo, incluso sin medios extraordinarios, la verdadera diferencia la hace la determinación.

El gran aprendizaje que he obtenido en los últimos años es que lo que separa a quienes logran sus objetivos de quienes se rinden no es el talento innato, sino la capacidad de no rendirse ante las dificultades.

Un mensaje para ti

Quiero decirte algo: si dentro de ti sientes el deseo de hacer algo, no te rindas. Transforma tus inseguridades en fuerza. El camino puede ser difícil, pero los resultados te sorprenderán. Tu mayor potencial se esconde precisamente donde más temes mirar.

Y sobre todo... ¡basta de excusas! Quien realmente desea alcanzar un objetivo encuentra la manera, enfrenta sus miedos más profundos y sale de su zona de confort.

He decidido conscientemente asumir el rol de “comunicadora de verdades incómodas”. Sé que no siempre es fácil aceptarlas, especialmente cuando desmontan la imagen que tienes de ti mismo.
Pero recuerda: lo que te digo a ti también es un recordatorio para mí. Soy una “aprendiz de la vida”, siempre explorando y descubriendo quién soy, igual que tú.