Cuando nos sentimos mal, nuestra prioridad se convierte en recuperar la salud. Dependiendo de la gravedad de nuestro malestar, estamos dispuestos a explorar incluso soluciones drásticas. En este artículo, compartiré mi experiencia con el régimen alimenticio nº 7 de George Ohsawa, explicando cómo lo viví día a día durante su práctica.

El motivo desencadenante

Durante más de dos años, luché con un malestar que se intensificaba gradualmente, llevándome a reflexionar y a buscar soluciones urgentes. Inicialmente, identificar la causa de mis problemas fue difícil; la progresión de los síntomas era tan lenta que me acostumbré a ellos, hasta que se convirtieron en parte de mi rutina diaria.

Me sentía cansada y débil, a veces tanto que estaba al borde del desmayo. Durante la actividad física, a menudo tenía que detenerme, afectada por visión borrosa y hormigueo en todo el cuerpo. Atribuía estas sensaciones a la presión baja, el estrés y las noches de insomnio, convenciéndome de que ese era simplemente mi estado natural y que debía acostumbrarme a ello.

Además, sufría de hipermenorrea, polimenorrea y menorragia. Aunque era una molestia constante, seguía ignorándola.

Hasta que un día ya no pude más y decidí consultar a un médico. Los análisis de sangre revelaron que mis niveles de hierro estaban en mínimos históricos. La doctora, visiblemente sorprendida, me dijo que era increíble que pudiera mantenerme de pie con valores tan bajos.

Su reacción me asustó. Siguiendo su consejo, fui rápidamente a la farmacia y tomé suplementos de hierro. Sin embargo, después de tres días de tomarlos, me sentí tan mal que tuve que dejarlos. Pasé a suplementos naturales y orgánicos, que fueron mucho mejor, pero mi situación general no mejoraba.

Mientras tanto, una visita ginecológica reveló un mioma uterino, del cual ya tenía conocimiento, pero que había crecido considerablemente con el tiempo. Debido a esto y a otros síntomas, el ginecólogo me recetó una píldora anticonceptiva como única solución.

Me detuve un momento a reflexionar: en primer lugar, nunca volvería a tomar una píldora anticonceptiva en mi vida, considerando los efectos secundarios absurdos y perjudiciales que siempre me había causado. En segundo lugar, me pregunté: ¿por qué los médicos, además de recetar medicamentos, nunca me habían preguntado nada sobre mi estilo de vida, mi dieta, mi nivel de estrés u otras cuestiones que hubieran sido útiles para formar un panorama general del origen de mis síntomas? Nadie había intentado comprender las causas de mi malestar, y esto, para mí, no era aceptable.

En busca de soluciones alternativas

Fue en ese momento cuando comencé una investigación profunda sobre mi problema, y los descubrimientos fueron sorprendentes. Era probable que el mioma uterino estuviera causando la hipermenorrea, la polimenorrea y la menorragia, y que estas últimas hubieran provocado una grave deficiencia de hierro.

Decidí buscar médicos naturópatas y profesionales alternativos que pudieran investigar las causas profundas de mi malestar, en lugar de ofrecerme medicamentos que solo tratarían temporalmente los síntomas.

Durante mis investigaciones, me topé con un tema fascinante: el ayuno. Las primeras informaciones que encontré hablaban precisamente del mioma uterino y de cómo la abstinencia de alimentos durante una semana podría ayudar. Sentí de inmediato que esa podría ser la solución adecuada para mí.

Seguí leyendo y explorando durante días. Desde hace años sigo la dieta macrobiótica, y finalmente encontré lo que necesitaba: el ayuno a base de arroz de George Ohsawa, el fundador de la macrobiótica, conocido como la "dieta nº 7".

Régimen alimenticio curativo nº 7 de George Ohsawa

La dieta nº 7 es uno de los regímenes alimenticios curativos más famosos ideados por George Ohsawa. No se trata simplemente de una dieta desintoxicante, sino de un método de curación natural que permite al cuerpo autocurarse, expulsando la enfermedad, vista generalmente como una manifestación de un YIN extremo, salvo en algunas situaciones.

Durante un período de 10 días, se consume principalmente arroz integral (que representa el extremo YANG) u otros cereales integrales con características similares, como el trigo sarraceno y el mijo, preparados sin especias ni condimentos, a excepción de pequeñas cantidades de sal o gomasio (semillas de sésamo tostadas con sal).

Ohsawa recomienda limitar la ingesta de agua durante este período, priorizando la pureza; es ideal beber agua con un residuo seco inferior o igual a 50 mg/l. Alternativamente, se pueden consumir tés bancha o kukicha.

En los primeros días del régimen, es posible experimentar efectos de “expulsión”, como dolores de cabeza, producción de mucosidad, erupciones cutáneas o fiebre, dependiendo del nivel de limpieza necesario para el cuerpo.

Incluso para aquellos que no presentan enfermedades, se recomienda seguir este régimen una o dos veces al año como acción depurativa. Los beneficios son numerosos, tanto a nivel físico como mental.

Mi régimen Ohsawa día a día

Decidida más que nunca a emprender esta nueva experiencia, comencé de inmediato al día siguiente. Aquí está el resumen de mis sensaciones y comentarios:

 

DÍA 1

18/10/2018
Peso: 58,3 kg

Anoche preparé alrededor de medio kilo de arroz integral, que he estado comiendo desde esta mañana con un poco de gomasio. Para mí, que siempre he estado acostumbrada a desayunos dulces, fue un poco extraño comenzar el día con algo salado. Me llené casi de inmediato, después de unos pocos bocados. Durante el día, sentí cierta sensación de hambre, pero no fue tan molesta como había imaginado. Sin embargo, no puedo comer más de 50 gramos de arroz a la vez.

Lo que más resalta en este primer día es la extraña sensación de no poder realizar los rituales diarios relacionados con las comidas: preparar el desayuno, abrir la nevera para elegir qué comer en el almuerzo, buscar algo para picar durante las pausas de trabajo. Por lo demás, no siento ninguna falta “real” debida al hambre.

Al final del día, no me siento tan hambrienta como pensaba; el único aspecto molesto se debe más a los “antojos” que al hambre real. En este primer día, las tentaciones han sido muchas: deseo de pasta, ganas de dulces e incluso el deseo de una simple verdura para darle un poco de sabor al arroz.

La respuesta de mi cuerpo a este primer día de dieta ha sido solo un leve dolor de cabeza.

 

DÍA 2

19/10/2018
Peso: 57,1 kg

Ayer consumí sólo 200 gramos de arroz durante todo el día y una pequeña taza de agua caliente con miso, y aun así esta mañana me desperté sin hambre.

Sin embargo, durante el día siento momentos de debilidad psicológica; la tentación de comer algo—cualquier cosa—es realmente fuerte. Qué daría para poder morder aunque sea una sola avellana, un pedazo de pan o una manzana...

Obviamente no cederé. Intento concentrarme en otra cosa y distraerme. El propósito de esta terapia es muy importante para mí, y sé que puedo lograrlo. Confío en mí misma y en mi fuerza de voluntad.

En este segundo día, he tenido un fuerte dolor de cabeza.

 

DÍA 3

20/10/2018
Peso: 56,7 kg

También hoy me he despertado sin hambre. En general, me siento bien; el dolor de cabeza que tenía al despertar ha desaparecido por completo. Aparte de esto, no he tenido otras señales de "expulsión" del cuerpo, como esperaba. ¡Excelente! Esto significa que he tratado bien a mi cuerpo en los últimos tiempos y que casi no tenía nada que expulsar.

Al ser solo el tercer día, el final de esta terapia todavía parece “demasiado” lejano, y a menudo me siento desanimada. Sin embargo, tengo una fuerte convicción de que, a pesar de todo, lo lograré.

Mi fuerza de voluntad está siendo puesta a prueba, pero también es una buena forma de fortalecerla.

Un elemento constante, también hoy, es el deseo incontrolable de comer cualquier cosa. Me sorprende darme cuenta de lo fuerte que es mi dependencia psicológica hacia la comida, una dependencia que no tiene nada que ver con el hambre. Cada olor, cada foto, cada color me hace desear comida.

Cuanto más lo pienso, más enfadada me siento con el sistema, con las industrias alimentarias y con la publicidad que nos bombardean cada segundo, en cada rincón. ¿Por qué nos han llenado de tanta comida basura? ¿Por qué tenemos que luchar para mantenernos saludables?

 

DÍA 4

21/10/2018
Peso: 56,5 kg

Hoy tampoco tengo hambre; siento que podría prescindir del arroz sin problemas y que he superado la fase más difícil. Mi cuerpo está reaccionando muy bien y estoy decidida a seguir por este camino.

Mi fuerza de voluntad ha aumentado y mi autoestima ha superado cualquier deseo de sabotaje. Por primera vez desde que empecé, me siento llena de energía y con muchas ganas de hacer cosas.

Me siento un poco débil, pero mucho menos que en los primeros días. Sobre todo, experimento una agradable sensación de calma interior.

 

DÍA 5

22/10/2018
Peso: 56,7 kg

Me doy cuenta de que la calidad de mi sueño ha mejorado notablemente; duermo bien y me despierto descansada, sin esa sensación de somnolencia y pesadez que me acompañaba al despertar.

Apenas abro los ojos, siento una gran energía dentro de mí; estoy invadida por un buen humor contagioso y tengo ganas de trabajar, crear, inventar, salir y charlar con la gente.

A pesar de la pequeña cantidad de comida que he ingerido, me siento llena de fuerza, ligera y vital.

Además, empiezo a notar signos visibles de mejora en mi salud general: la lengua está completamente rosa, sin ninguna capa blanca, el cabello está brillante y la piel luminosa. Todo esto contribuye a aumentar mi sensación de bienestar interior y la confianza en continuar por este camino.

 

DÍA 6

23/10/2018
Peso: 56,2 kg

Si ayer me sentía llena de energía, hoy no sé qué palabras usar para describir la fuerza interior que caracteriza este sexto día. Siento una vitalidad intensa que nace de mi estómago y se irradia en cada célula de mi cuerpo, dándome la impresión de poder volar y de ser capaz de enfrentar desafíos nunca antes emprendidos, como si de repente hubiera recibido superpoderes.

También hoy, al no haber sentido hambre al despertar, elegí no comer hasta el almuerzo. Me gusta descubrir hasta dónde puedo llegar.

En los últimos días, he decidido reducir aún más la ingesta de comida, practicando un semi-ayuno. He notado que cuanto menos como, mejor me siento.

Mi mente parece más libre, casi tanto como mi estómago. Tengo la sensación de pensar con mayor claridad y rapidez, y de ver la vida desde una perspectiva nueva, más amplia y limpia.

También físicamente me siento fuerte; creo que más tarde iré al gimnasio.

Casi me da pena que esta terapia esté destinada a concluir en unos días. Temo que, al volver a comer, perderé esta eficiencia y me pregunto qué será del bienestar que he alcanzado.

 

DÍA 7

24/10/2018
Peso: 55,8 kg

La mejora más evidente que observo hoy se refiere a mi estado de ánimo. Estoy completamente eufórica y llena de energía, deseosa de emprender múltiples actividades al mismo tiempo; me siento hiperactiva, pero sin esa sensación de opresión o ansiedad que normalmente acompaña mis días frenéticos, causada por la falta de tiempo.

Mi mente está más ordenada y dispuesta a la organización; puedo gestionar más tareas simultáneamente y me siento segura de mí misma.

No he desayunado y, aunque siento los rugidos de hambre en el estómago, no me molestan; me siento bien. Hoy, en lugar de pensar en la comida, ¡solo tengo ganas de crear!

 

DÍA 8

25/10/2018
Peso: 55,4 kg

También hoy me desperté sin hambre, incluso con una inusual sensación de saciedad, como si hubiera exagerado con la cena la noche anterior y me despertara sin ganas de comer. Sin embargo, estoy comiendo mucho menos en comparación con el principio. Por la mañana, estoy saltando el desayuno, prolongando así el ayuno nocturno hasta la hora del almuerzo. Estos últimos días parecen transcurrir de manera similar, sin cambios significativos que reportar.

Mi peso sigue disminuyendo, pero soy consciente de que volveré a mi peso inicial en cuanto retome mi dieta normal.

Al final del día: Hoy, a diferencia de ayer, no me siento muy bien; siento palpitaciones en el pecho y un poco de cansancio. Psicológicamente, estoy bastante agotada y empiezo a sentirme cansada de esta situación. El arroz ya no me atrae como antes y cuento ansiosamente los días que faltan para el final de este proceso.

 

DÍA 9

26/10/2018
Peso: 55,4 kg

Esta mañana me desperté con una sensación de debilidad y algunos mareos, y noté que mi lengua estaba de nuevo cubierta de blanco. Desde anoche, he sentido que mi cuerpo reacciona de manera diferente, negativamente. Decido escucharlo y detener el tratamiento.

Mi entusiasmo y mi fuerza de voluntad han comenzado a desvanecerse; ahora el arroz me provoca náuseas. Después de todo, ocho días de limpieza interior no están tan mal.

Hoy he vuelto a comer, pero quiero ser cautelosa y no sobrecargar mi estómago, que ha estado en reposo durante tantos días. Por lo tanto, empiezo con algo ligero y fácilmente digestible: fruta. Continuaré con comidas pequeñas y ligeras hasta que sienta que mi cuerpo está listo para volver a las cantidades habituales.

 

ALGUNOS MESES DESPUÉS

15/05/2019

Ha funcionado. Aunque no soy plenamente consciente de lo que realmente ocurrió en mi cuerpo durante los ocho días de abstinencia de alimentos, desde el mes siguiente los trastornos de hipermenorrea, polimenorrea y menorragia desaparecieron, llevando consigo otros estados de malestar: ya no más sensaciones de desmayo, descensos de presión durante el deporte, un sueño regular y la sensación de cansancio se ha desvanecido.

El fibroma uterino sigue presente, pero ahora parece permanecer inofensivo en su lugar.

Algunos meses después de seguir este régimen alimentario, mi peso se ha estabilizado en torno a los 57 kg. He adoptado la costumbre de hacer desayunos ligeros a base de fruta y he eliminado el café, sustituyéndolo por zumos naturales de frutas y verduras.

Mi fuerza de voluntad se ha vuelto más sólida; ahora puedo elegir conscientemente lo que como, desarrollando una mayor paciencia.

En general, he logrado mejorar mis hábitos alimentarios, dando más valor a cada cosa que ingiero y apreciando los diferentes sabores.

Lastimosamente, a causa de eventos personales que han alterado mi vida, he pasado los últimos meses bajo un constante estrés emocional. Por este motivo, he optado por darme un respiro alimentario, permitiéndome comer sin demasiadas restricciones.

A pesar de ello, noto que después del ayuno algo en mí ha cambiado: he aprendido a escuchar con mayor claridad los mensajes de mi cuerpo y ahora me resulta mucho más fácil establecer límites y salir de los malos hábitos.

Consideraciones finales:

Estoy satisfecha con los resultados y pienso repetir este régimen alimentario al menos una vez al año.
La principal lección que he aprendido de esta experiencia es nuestra escasa conciencia sobre el cuerpo, lo que ingerimos y las consecuencias que ello conlleva. He comprendido la importancia de dedicar más tiempo y atención a estos aspectos para mejorar la vida en su conjunto, tanto física como intelectualmente.
Otro aspecto que tuvo un gran impacto en mí fue darme cuenta de que tendemos a comer mucho más de lo que realmente necesitamos.
Mientras tanto, he continuado explorando el tema del ayuno y he descubierto que existen diferentes modalidades para practicarlo y mantenerse saludable:

  • 3 días al mes: ayuno total o a base de arroz siguiendo el régimen Ohsawa.
  • 1 día a la semana: abstención de alimentos durante 24 o 36 horas.
  • Ayuno diario 16/8: se alternan 16 horas de ayuno con 8 horas en las que se puede comer libremente (por ejemplo, la última comida del día a las 20:00, saltándose el desayuno y comenzando a comer de nuevo a las 12:00).

Personalmente, prefiero el ayuno 16/8: es flexible y se adapta a cualquier necesidad horaria. Durante un tiempo, he saltado el desayuno y, además de ganar media hora por la mañana (¡no tienes idea de cuántas cosas se pueden hacer en ese tiempo!), me he sentido más ligera y productiva.

El tema del ayuno puede parecer difícil de abordar, pero los beneficios que aporta son tan extraordinarios que vale la pena intentarlo. Sin embargo, no soy una experta, solo una practicante que comparte su experiencia directa. No puedo afirmar con certeza que no existan contraindicaciones. Para cualquier decisión relacionada con el ayuno, recomiendo encarecidamente consultar a un especialista en dietética natural.